CaixaBank se encuentra en una situación compleja y no acaba de despegar

Redacción, 4 abril 2022

Todos los indicios apuntan a unos pésimos resultados del primer trimestre del año, pero CaixaBank no se lo puede permitir. La pareja Gorigolzarri/Gortázar ya está preparada para hacer lo que mejor sabe: disfrazar, camuflar y maquillar las cuentas para poder salir a decir que aquí no pasa nada.

Fuentes consultadas por caixabankia.com coinciden en señalar que los malos números del primer trimestre serán en parte camuflados y en parte achacados a la guerra de Ucrania.

Ni una buena noticia

Los tres primeros meses del año han sido desastrosos para la economía española y ningún sector se ha visto libre de problemas. Es cierto que a comienzos de año las perspectivas no eran malas: los efectos de la covid empezaban a diluirse -aunque muy lentamente- y la promesa inminente de los fondos europeos hacía la boca agua, incluso de aquellos para los que estos fondos no estaban destinados.

Pero tardó poco tiempo en torcerse la línea positiva: los precios de la energía, que habían empezado a dar serios avisos ya en el verano, pusieron de manifiesto que, lejos de bajar, iban a a dispararse. La inflación, que, al decir del gobierno, era coyuntural, se fue al alza hasta alcanzar niveles que no se veían desde hace décadas y los precios se dispararon. La guerra en Ucrania terminó de desbaratarlo todo.

Culpa de Putin

CaixaBank, cuando presente resultados, podrá hacer lo que Pedro Sánchez: echarle la culpa a Putin. Pero será una falacia más de las muchas con las que la entidad se maneja. El banco está aquejado de demasiadas debilidades: clientes desatendidos, trabajadores en pie de guerra, problemas de las empresas para devolver los créditos ICO, el mal del ladrillo… En definitiva, la entidad tiene dificultades serias para consolidar el modelo mastodóntico y mal digerido generado por la absorción de Bankia y de las demás cajas y bancos regionales.

El resultado de tantas debilidades es que, cuando las cosas vienen mal dadas, CaixaBank carece de mecanismos, capacidad y cintura para hacerlas frente. Su única preocupación ha sido cuidar al accionista: un dividendo generoso y un continuo esfuerzo por mantener la acción a un nivel razonable de cotización: hay que tener contento  a BlackRock y poder cobrar el bonus.

Lo demás, ya si eso.