cartel de Twitter en la primera cuenta de caixabankia.com    

Twitter ha cancelado tres veces en un mes la cuenta de nuestro periódico

Caixabankia.com saltó a la palestra informativa el día 24 de enero con una pieza (La insaciable voracidad de Gorigolzarri) que en sí misma era una declaración de intenciones: buen periodismo, con fuentes de primera mano y rigor informativo, pero ninguna concesión hacia la absorción de Bankia por CaixaBank, una de las operaciones bancarias más escandalosas que se hayan conocido en este país, tan acostumbrado a las operaciones bancarias escandalosas.

Desde ese día hasta hoy, a un ritmo de dos o tres publicaciones semanales, nos hemos esforzado en llegar a nuestros lectores desde la modestia de nuestros escasos recursos. Y, como cualquier medio actual, nos hemos valido -nos estamos valiendo- de las redes sociales para llegar a todos los rincones de la opinión pública.

A efectos de un medio como el nuestro, Twitter es una red importante. No diremos que crucial, pero sí uno de los canales más relevantes a nuestro alcance. Y Twitter es además un espacio amplio, en el que aparentemente, caben, con pocas restricciones, todas las opiniones y todos los debates. ¿Todos? Parece que no. La cuenta de Twitter de nuestro periódico fue cancelada a los pocos días de ponerse en funcionamiento. La segunda, que abrimos de inmediato, fue cancelada poco después, sin tiempo para respirar. Y la tercera lo fue el lunes pasado, cuando publicábamos una pieza preparatoria de lo que va a ser la Junta General de Accionistas del día 8 pasado.

Por qué Twitter nos persigue

Como es natural, a Twitter no le importamos lo más mínimo. Ni nos conoce siquiera. En Twitter zascandilean todo tipo de personajes y personajas de lo más deleznable, gentes que viven del fake, de la infamia, del insulto y de la zafiedad, y la red del pajarito ni se inmuta. Deja circular a todo el mundo, e incluso lo impulsa, porque eso le da tráfico, o lo que es lo mismo, dinero. Twitter solo se pone nervioso cuando algún poderoso se incomoda. Un gobierno, por ejemplo, alguna institución de renombre… o alguna institución financiera que se deja la pasta en Twitter y entonces no quiere que nadie le toque las narices.

Si algún poderoso se enfada, entonces Twitter se pone muy digno y te cancela la cuenta. Como es el caso.

La primera vez que nos la canceló, se amparó en el parecido de la marca. Nos escribieron con razonable amabilidad, nos dieron la posibilidad de explicarnos y lo hicimos. Les explicamos, entre otras cosas, que caixabankia.com es un dominio registrado hace once años y por tanto con más derechos de marca que CaixaBank, a quien no hemos denunciado por ello.

Twitter contestó con cierta celeridad y con una prosa de una eficacia prodigiosa:

«Hola: Hemos analizado tu solicitud de revisión y determinamos que tu cuenta seguirá suspendida por incumplir nuestra política sobre suplantación de identidad. Gracias. Twitter».

La clave está en el verbo: determinamos. Como el Papa: en plural mayestático.

Una persecución inaceptable

Después hemos abierto otras dos cuentas con nombres imposibles de confundir con ninguna marca. Ya no había argumento para Twitter. Y no nos lo dio: se limitó a cancelarlas sin más explicaciones.

Pero no les va a resultar tan fácil. A este modestísimo periódico le ampara la razón y la ley y no vamos a tolerar que las presiones de los poderosos, sean estos quienes sean, pretendan callarnos. Cuando nuestros lectores lean esta pieza, ya existirá otra cuenta de Twitter (@BancaInfo)  que les invitamos a seguir. Y existirán tantas como sean necesarias. Porque la libertad de expresión es un derecho inalienable para cualquier ciudadano y un deber, también inalienable, para un periódico.

Por mucho que haya quien se empeñe en impedirlo.