Redaccción 14/01/2022

Según fuentes conocedoras de la situación, la nueva Caixabank quiere aprovechar el complejo proceso de absorción de Bankia para desprenderse de los clientes menos sofisticados. El caso más paradigmático es de los ancianos que llevan toda la vida con sus ahorros depositados en la antigua Caja Madrid, y posteriormente en Bankia.

Primero fueron los cierres masivos de sucursales y la desatención sistemática que empezó a producirse en las oficinas reconvertidas (esta pieza del escritor Arturo Pérez Reverte ya fue un aldabonazo hace meses). Pero luego llegó la parte más dramática de la situación cuando convirtió la operativa digital en enrevesada y dejó a buena parte de los clientes con problemas serios para disponer de su dinero. La eliminación de la tradicional tarjeta de débito de Bankia, de color blanco, por la que no se pagaba ninguna comisión, se ha empezado a eliminar para ser sustituida por la tarjeta MyCard, de color azul marino, que sí tiene costes asociados.

El método más usual para forzar al cambio es hacer que la tarjeta blanca deje de funcionar y o lo haga con problemas operativos de difícil resolución, lo que obliga a pedir el cambio. Naturalmente, la entidad ya no se la cambia por una nueva de la antigua Bankia, sino por una MyCard de la nueva entidad.

Pero, más allá del cambio de tarjeta, que implica desembolsos no explicitados en ninguna parte, el cambio de una operativa a otra está permitiendo a CaixaBank a extraer información sensible de sus clientes mediante la obligatoriedad de responder a cuestionarios, por parte del cliente, sin justificación clara. Cuestionarios que buscan la definición del perfil del cliente, el esclarecimiento de su capacidad adquisitiva y la definición de sus intereses personales, incluso de tipo político.

Fuentes próximas a la entidad coinciden en señalar que la nueva Caixabank desea desprenderse de sus clientes más antiguos y de los menos solventes: pensionistas, estudiantes, parados o trabajadores precarios de escasa capacidad adquisitiva se están encontrando con tantos problemas para realizar una transición ordenada a la nueva entidad, que ya buscan soluciones alternativas para gestionar su dinero. Caixabank no es un sitio para ellos.