Es presidente ejecutivo con competencias bien definidas 

todo un personaje que manda mucho en CaixaNak

Redacción, 23 de junio de 2022

Contra lo que algunos piensan, José Ignacio Goirigolzarri no está en la presidencia de CaixaBank como florero, sino con un mandato ejecutivo que afecta a algunos de los puntos neurálgicos del banco.

Como ya sucedió en Bankia, aquí no se mueve una hoja sin que él lo autorice.

Un tándem que funciona

En el reparto de papeles que se produjo en el acuerdo de absorción de Bankia por parte de CaixaBank, Gonzalo Gortázar quedó, como consejero delegado, con la mayor capacidad ejecutiva del día a día de la entidad. Sobre él recae la estrategia comercial  -clientes quejosos de continuo- y la gestión de los medios humanos y materiales, despidos incluidos. Pero eso no significa que el presidente haya quedado como reina madre en un puesto secundario y sin funciones.

Es cierto que en las compañías cotizadas del mundo anglosajón, la separación entre el presidente (Chairman) y el consejero delegado (CEO) está perfectamente acotada. El primero es el representante de los accionistas y su papel al frende del Consejo de Administración se ajusta a la exigencia del leer la cartilla al nivel ejecutivo.

España es así

Pero aquí (España y yo somos así, señora) esa nítida distinción entre cargo ejecutivo y cargo representativo no se ha conseguido dar todavía, y menos que en ningún sitio en la banca.

Hubo algún intento, hace muchos años, por parte de la CNMV, como garante de la limpieza bursátil. Pero el más afectado, en aquel entonces era don Emilio Botín, todopoderoso presidente del Santander en aquel entonces. Botín sí tenía un consejero delegado de florero, así que dio un puñetazo sobre la mesa de la CNMV -eran los tiempos de Conthe, tan buen técnico como mal político-. Para disimular, Botín hizo como que daba más poder al consejero delegado, pero siguió siendo él el principal ejecutivo. Y, a partir de entonces, todo el mundo hizo, como siempre, de su capa un sayo.

Goirigolzarri no venía del Santander, sino del BBVA, que andaba en las mismas, y cuando llegó a Bankia se arrogó todo el poder. Ahora lo comparte, pero se ha quedado para sí tres piezas de caza mayor: auditoría, secretaría del consejo y la todopoderosa área de comunicación. Es decir, no tendrá quizá capacidad -ni necesidad- de ejecutar nada, pero tendrá todo el poder en su mano para vigilar desviaciones, exigir resultados, corregir errores y relacionarse con el mundo exterior, empresarial, político y mediático.

Cuando Goirigolzarri aceptó ser absorbido, no tenía intención alguna ni de jubilarse ni de convertirse en reina madre.