Los clientes no saben si CaixaBank los maltrata por incapacidad o por mala fe

 


Los clientes de CaixaBank están viviendo un infierno en su relación con el banco y muchos de ellos no saben si achacarlo a simple mala fe o a la incapacidad de la entidad de gestionar con eficiencia un monstruo que se le ha hecho demasiado grande.

Clientes con cuentas generosas y preparación sobrada se han dirigido a nuestro periódico para contarnos anécdotas delirantes sobre el trato que reciben a través de los diferentes canales.

Cuando la IA es menos I de lo que parece

Un lector de caixabankia.com que, como es natural, ha pedido el anonimato, nos contó el otro día una sabrosa anécdota.

Digamos, ante todo, que no se trata de un lector cualquiera: su curriculum como economista, banquero, profesor e intelectual es intachable. Tiene cuenta en CaixaBank porque, como tantos otros, la tuvo en la antigua Caja Madrid y transitó después por los áridos entresijos de Bankia.

Pues bien, hace unos días se propuso hacer una transferencia a través de la plataforma online. Como la cantidad era elevada, la plataforma no se lo permitió y lo obligó a ir a la oficina. Tuvo la suerte de conseguir que lo atendieran e, incluso, al parecer, con buenos modos, lo que no es tan frecuente como pudiera creerse. 

El empleado que atendió a nuestro lector le explicó que  transferir esa cantidad desde el puesto físico de la oficina le iba a suponer una comisión muy elevada y que era mejor -para el bien del cliente- que aumentara el límite autorizado para operaciones online. 

«Yo se lo puedo autorizar ahora mismo, de modo que, cuando vuelva a casa, podrá usted hacer la operación sin coste». Más de un cuarto de hora empleó el empleado en aquel empeño, cuando no hubiera tardado ni dos minutos en hacer él mismo aquella transferencia. Tiempo perdido para ambos sin ninguna necesidad.

Se ve que la Inteligencia Artificial que tenía que gestionar aquello estaba ese día un tanto espesa.

No todo es mala fe

Desde estas páginas hemos criticado en ocasiones el evidente desinterés que CaixaBank muestra por sus clientes básicos. Muchas veces la entidad del conocido tridente Fainé / Goirigolzarri /Gortázar ha dejado bien claro que solo le interesan los clientes VIP, los de Banca Privada, que dicen ellos, y los demás son pura morralla a los que despachan cada vez más a golpe de cierre de oficinas, despidos de empleados y desatención generalizada.

Pero a veces no se trata de mala fe sino de ineficiencia pura y dura, es decir, de incapacidad para hacer una gestión razonable de sus recursos. Tan obcecado está el banco en dárselas de moderno (y en convencer a ciertos periodistas de que es así) que ni siquiera sabe resolver situaciones ordinarias de las que todos podrían salir beneficiados.

El caso de nuestro lector es una anécdota que bien podría elevarse a categoría.