Ya anticipábamos que el nuevo impuesto sobre la banca anunciado por Pedro Sánchez en el debate sobre el Estado de la Nación había arrojado un jarro de agua fría sobre las optimistas previsiones de CaixaBank para los próximos meses.

Analistas y expertos consultados por este periódico no dudaban de que Goirigolzarri se revolvería contra este anuncio. Su voracidad, más que demostrada, le obligará a adoptar medidas para compensar las pérdidas. No cabe descartar nuevos recortes que afecten a la calidad del servicio.

El fatuo presidente de CaixaBank.

CaixaBank se une a las entidades que recurrirán el impuesto extraordinario a la banca impulsado por el Gobierno español. Y dice su presidente «Los accionistas de Caixabank entienden el recurso al impuesto a la banca».

Se da la circunstancia de que el Estado es precisamente el segundo accionista del banco, por detrás de Criteria. Según los registros de la CNMV, Criteria tiene el 30% del accionariado, frente a un 16 % del Estado, si bien estas participaciones no están actualizadas, ya que con el plan de recompra y amortización de acciones propias culminado recientemente por CaixaBank el brazo inversor de la Fundación La Caixa superará el 32 % y el Estado el 17%. Habrá que preguntarle a la representante del Estado en el Consejo de Administración. Habrá que preguntar a Teresa Santero sobre esto y sobre el incremento del sueldo de Goirigolzarri y por su bonus del ejercicio pasado. Estaremos muy atentos.

Este banquero, Goirigolzarri, jubilado con una pensión de mas 50 millones de euros, consiguió del gobierno todo lo que quiso y dejó Bankia presuntamente saneada, aunque a costa de que los ciudadanos soltáramos más de 20.000 millones, de los que es poco probable que volvamos a ver algo. Pues este banquero, presidente de CaixaBank (entidad semipública) con un cinismo mayor del que tiene por costumbre ha vuelto a calificar de éxito la fusión Caixa-Bankia.

Calificar de éxito a la pérdida de 600.000 clientes, al despido de miles de empleados, a la desaparición del tejido de atención bancaria a los más desfavorecidos, al endurecimiento de las comisiones y las condiciones para todos los productos, etcétera, etcétera, es, por decirlo finamente, de una crueldad manifiesta.

Ni una sola crítica

Asombra que en las  medidas intervenciones de Goirigolzarri no aparezca ni una sola sombra de autocrítica, ni el asomo de un pequeño error, ni el esbozo de una duda.

No tiene, por ejemplo, pudor alguno en no decir una sola palabra sobre la deuda que aún tiene la entidad contraida con el Estado y que obliga a este a continuar en al accionariado para no tener que reconocer públicamente (por la vía del balance financiero) que CaixaBankia se ha quedado con más de 20.000 millones de todos los ciudadanos.

Dice Goirigolzarri que la digitalización es un gran reto, pero no se le oye reconocer que adquirió un compromiso público para atajar la brecha digital y no se ha hecho nada al respecto.

Estaremos atentos a ver como se resuelve este impuesto especial a la banca.

Entre unas cosas y otras, Teresa Santero no gana para disgustos.